Artritis de rodilla:
Síntomas, tratamiento y prevención

¿Qué es la artritis de rodilla?

La artritis de rodilla es una afección inflamatoria que afecta la articulación de la rodilla, generando dolor, rigidez y limitación en el movimiento. Puede deberse a diversas causas, siendo las más comunes la degeneración del cartílago articular (artritis osteoartrítica), las respuestas autoinmunes (artritis reumatoide) o infecciones (artritis séptica).

Esta enfermedad implica el deterioro progresivo de los componentes articulares, como el cartílago, el hueso subyacente y los tejidos blandos circundantes, lo que puede conducir a deformidades y pérdida de funcionalidad si no se trata a tiempo.

La artritis es una de las principales causas de discapacidad relacionada con las articulaciones y afecta tanto a personas mayores como a individuos jóvenes, dependiendo del tipo de artritis. Un diagnóstico preciso y un tratamiento personalizado son fundamentales para aliviar los síntomas y prevenir complicaciones a largo plazo.

Tipos y causas de artritis

Las lesiones de rodilla más frecuentes se producen en los ligamentos, los tendones y en los meniscos. Las causas más frecuentes son fuertes traumatismos, desgaste por uso y también patologías congénitas y degenerativas.

Osteoartritis

Es la forma más común de artritis. Es una enfermedad degenerativa caracterizada por el desgaste progresivo del cartílago articular, lo que conduce a dolor, rigidez y pérdida de función en la rodilla.

Este desgaste ocurre con el envejecimiento, pero también puede acelerarse debido a factores como obesidad, uso excesivo de la articulación en actividades repetitivas, traumatismos previos en la rodilla o deformidades anatómicas que generan una distribución anormal de las cargas.

A medida que el cartílago se deteriora, los huesos entran en contacto directo, provocando inflamación, dolor y rigidez.

En las etapas avanzadas, puede provocar deformidades visibles, como el arqueamiento de las piernas (genu varo), y una importante limitación en la movilidad.

Artritis reumatoide de rodilla

La artritis reumatoide es causada por una alteración en el sistema inmunológico, que ataca por error el revestimiento sinovial de las articulaciones. Este ataque genera inflamación crónica, que daña progresivamente el cartílago, los huesos y los tejidos blandos circundantes. Esto causa inflamación crónica, dolor persistente, rigidez prolongada (particularmente por la mañana) e hinchazón.

Aunque su causa exacta no se comprende completamente, se asocia a factores genéticos, predisposición familiar y desencadenantes ambientales como infecciones o estrés. La artritis reumatoide puede afectar una o ambas rodillas y suele presentarse de forma simétrica.

A diferencia de la osteoartritis, la artritis reumatoide suele afectar ambas rodillas de manera simétrica. Esta condición es progresiva y puede llevar a daños severos en los tejidos articulares y deformidades si no se trata de manera temprana.

Artritis psoriásica

La artritis psoriásica, asociada a la psoriasis, ocurre debido a una combinación de factores autoinmunes e inflamatorios. Otras enfermedades inflamatorias sistémicas, como el lupus eritematoso sistémico o la espondilitis anquilosante, también pueden afectar la rodilla como parte de su cuadro clínico.

Los síntomas incluyen dolor, hinchazón y rigidez, con episodios de exacerbaciones y remisiones. Además, puede ir acompañada de signos cutáneos típicos de la psoriasis, como placas rojas y escamosas.

Gota o pseudogota

En la gota, el exceso de ácido úrico en la sangre (hiperuricemia) provoca la formación de cristales de urato monosódico que se depositan en la rodilla, causando inflamación aguda y dolor intenso.

En la pseudogota, los cristales de pirofosfato cálcico se depositan en el cartílago, provocando una inflamación similar pero generalmente menos severa. Ambas condiciones están relacionadas con factores metabólicos, envejecimiento y predisposición genética.

Factores traumáticos

Lesiones previas en la rodilla, como fracturas, roturas de meniscos o desgarros de ligamentos, pueden predisponer a la aparición de artritis postraumática. Estas lesiones alteran la biomecánica de la articulación y aceleran el desgaste del cartílago, incluso años después de haber ocurrido el traumatismo.

Factores genéticos o hereditarios

Algunas formas de artritis, como la artritis reumatoide, la osteoartritis precoz y la gota, tienen una fuerte predisposición genética. Las personas con antecedentes familiares de estas enfermedades tienen un mayor riesgo de desarrollarlas, especialmente si están expuestas a otros factores de riesgo.

Artritis séptica de rodilla

Es una forma menos común, pero más grave de artritis de rodilla, causada por una infección bacteriana, viral o fúngica en la articulación. Generalmente, es causada por bacterias como el Staphylococcus aureus, aunque también puede ser provocada por virus u hongos.

Estas infecciones pueden llegar a la rodilla a través del torrente sanguíneo, heridas abiertas, cirugía articular previa o infiltraciones. La acumulación de microorganismos y la respuesta inflamatoria resultante dañan rápidamente los tejidos articulares, lo que hace que esta forma de artritis sea una emergencia médica y requiere tratamiento inmediato con antibióticos y, en muchos casos, drenaje quirúrgico para prevenir el daño permanente a la articulación o complicaciones sistémicas graves como la sepsis.

Esta condición se caracteriza por un inicio súbito de dolor intenso, hinchazón significativa, enrojecimiento y fiebre.

artritis de rodilla

Síntomas de la artritis de rodilla

La artritis de rodilla se manifiesta con una variedad de síntomas que pueden variar en intensidad según la causa subyacente y la etapa de la enfermedad.

Diagnóstico de la artritis de rodilla

El diagnóstico de la artritis de rodilla es un proceso integral que involucra una evaluación clínica detallada, pruebas de diagnóstico por imágenes y, en algunos casos, análisis de sangre. El objetivo es identificar el tipo de artritis y la gravedad de la condición para determinar el tratamiento más adecuado.

El primer paso en el diagnóstico de la artritis de rodilla es una revisión completa del historial médico del paciente. El especialista preguntará sobre los síntomas, como la duración del dolor, la rigidez, la inflamación y si hay antecedentes familiares de artritis. También se considerarán factores como el estilo de vida, el nivel de actividad física y cualquier lesión previa en la rodilla.

diagnóstico artritis de rodilla
Durante el examen físico, el médico evaluará:

Las pruebas de imagen son fundamentales para observar el estado de las articulaciones y los tejidos circundantes, y para confirmar el diagnóstico de artritis: radiografías, resonancia magnética o ecografía.

Un análisis de sangre es esencial para diagnosticar la artritis, ya que puede mostrar signos de inflamación en la membrana sinovial, la cual se ve afectada por la respuesta autoinmune en enfermedades como la artritis reumatoide.

En algunos casos, especialmente si el paciente tiene antecedentes familiares de artritis autoinmune o condiciones poco comunes, el médico puede ordenar pruebas genéticas o exámenes adicionales para confirmar el diagnóstico o evaluar el riesgo de otras afecciones.

Tratamiento de la artritis de rodilla: cómo curar

El tratamiento de la artritis de rodilla depende del tipo de artritis, la gravedad de los síntomas y el impacto en la calidad de vida del paciente. Su objetivo principal es aliviar el dolor, reducir la inflamación, mejorar la función articular y prevenir el daño progresivo.

Tratamiento no farmacológico

Este enfoque se basa en cambios en el estilo de vida y terapias que no implican medicamentos, y suelen ser la base del tratamiento para cualquier tipo de artritis.

  • Ejercicio físico: programas de ejercicios diseñados para fortalecer los músculos que rodean la rodilla, mejorar la flexibilidad y mantener el rango de movimiento articular. Actividades de bajo impacto como caminar, nadar o practicar yoga son especialmente beneficiosas.
  • Pérdida de peso: en pacientes con sobrepeso, reducir el peso corporal disminuye significativamente la carga sobre las rodillas, aliviando los síntomas y retardando el progreso de la enfermedad.
  • Fisioterapia: los fisioterapeutas pueden diseñar programas específicos para mejorar la función de la rodilla y aliviar el dolor.

Uso de dispositivos de apoyo: las rodilleras, ortesis o bastones ayudan a reducir la carga en la articulación y mejorar la estabilidad.

Los medicamentos se utilizan para controlar el dolor, la inflamación y, en algunos casos, ralentizar la progresión de la enfermedad.

  • Analgésicos: se emplean para aliviar el dolor, especialmente en etapas tempranas o cuando la inflamación no es prominente.
  • Antiinflamatorios no esteroides (AINEs): ayudan a reducir el dolor y la inflamación. En casos más severos, pueden administrarse inhibidores selectivos que tienen menos efectos secundarios gastrointestinales.
  • Fármacos modificadores de la enfermedad (FAME): indicados en la artritis reumatoide, estos medicamentos frenan la progresión de la enfermedad al modular la respuesta inmune.
  • Corticoides: se emplean en brotes agudos de artritis inflamatoria, ya sea por vía oral o mediante inyecciones intraarticulares. Su uso debe ser limitado debido a sus efectos secundarios a largo plazo.
  • Biológicos: en artritis reumatoide o psoriásica avanzada, los medicamentos biológicos son altamente efectivos para controlar la inflamación.

Estas opciones actúan directamente en la articulación afectada para aliviar los síntomas:

  • Inyecciones de corticoides: reducen rápidamente el dolor y la inflamación en episodios agudos, pero su uso debe ser limitado para evitar daño articular.
  • Ácido hialurónico: mejora la lubricación de la articulación y alivia los síntomas en pacientes con artrosis de rodilla leve a moderada.
  • Plasma rico en plaquetas (PRP): una opción regenerativa que utiliza factores de crecimiento derivados del propio paciente para estimular la reparación del tejido dañado.
Cuando los síntomas no se controlan con tratamientos conservadores y la función de la rodilla está severamente afectada, la cirugía puede ser necesaria.
  • Artroscopia: procedimiento mínimamente invasivo para eliminar fragmentos de cartílago o tejido inflamatorio en etapas tempranas de la artritis.
  • Osteotomía: indicada en casos de deformidades, este procedimiento corrige el alineamiento de la rodilla para redistribuir las cargas articulares.
  • Prótesis de rodilla (artroplastia): es la opción definitiva en casos de artrosis severa o daño irreversible. Las prótesis modernas tienen una alta tasa de éxito y mejoran significativamente la calidad de vida.
  • Prótesis de rodilla con robot quirúrgico (Mako): en Traumadrid contamos con la revolucionaria tecnología del robot quirúrgico Mako, una herramienta avanzada que permite realizar cirugías de reemplazo de rodilla con una precisión sin precedentes. Este sistema combina la planificación preoperatoria detallada con la asistencia robótica intraoperatoria, lo que mejora los resultados funcionales y la recuperación del paciente.

Prevención de la artritis de rodilla: ¿es posible prevenirla?

La prevención de la artritis de rodilla depende del tipo específico de la enfermedad, ya que algunas formas, como la osteoartritis, pueden retrasarse con medidas adecuadas, mientras que otras, como la artritis reumatoide, no siempre son prevenibles debido a su origen autoinmune o genético.

Sin embargo, adoptar hábitos saludables y realizar ciertas intervenciones puede reducir el riesgo de desarrollar artritis o retardar su progresión.

Preguntas frecuentes sobre la artritis de rodilla

Lamentablemente, la artritis de rodilla no tiene cura definitiva, especialmente en casos de osteoartritis, que es una enfermedad degenerativa. Sin embargo, existen tratamientos efectivos que pueden aliviar los síntomas, mejorar la movilidad y retrasar la progresión de la enfermedad.

Los enfoques incluyen medicamentos, terapia física, cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, cirugía, como la prótesis de rodilla. El objetivo del tratamiento es mejorar la calidad de vida y reducir el dolor.

Sí, hacer ejercicio es seguro y altamente beneficioso para las personas con artritis de rodilla, siempre que se elijan actividades adecuadas. Ejercicios de bajo impacto como caminar, nadar o andar en bicicleta son excelentes opciones, ya que ayudan a fortalecer los músculos alrededor de la rodilla, lo que brinda mayor soporte a la articulación. 

Es importante evitar actividades que generen un alto impacto, como correr o saltar, ya que pueden empeorar los síntomas. Siempre es recomendable consultar con un fisioterapeuta o especialista antes de comenzar cualquier programa de ejercicios.

Existen varios signos que pueden indicar que la artritis de rodilla está empeorando:

  • Aumento del dolor: si el dolor se vuelve más intenso o persistente, incluso durante las actividades diarias o en reposo, es una señal de que la enfermedad puede estar avanzando.
  • Rigidez más pronunciada: si notas que la rigidez en la rodilla dura más de 30 minutos por la mañana o después de estar inactivo, es posible que la artritis esté progresando.
  • Reducción en el rango de movimiento: si la capacidad de mover la rodilla disminuye significativamente o se vuelve más difícil realizar actividades cotidianas (subir escaleras, caminar), es recomendable consultar a un especialista.
  • Deformidades visibles: la aparición de deformaciones como las piernas arqueadas o una inestabilidad articular pueden ser señales de daño estructural en la rodilla.

En la mayoría de los casos, la artritis de rodilla afecta específicamente a esa articulación. Sin embargo, en condiciones como la artritis reumatoide o la artritis psoriásica, que son enfermedades autoinmunes o inflamatorias sistémicas, la inflamación puede extenderse a otras articulaciones del cuerpo.

En casos avanzados, la artritis de rodilla también puede generar un desequilibrio en la postura o caminar, lo que puede afectar otras partes del cuerpo, como la cadera y la columna lumbar, debido a compensaciones en el movimiento. Es importante realizar un seguimiento médico para detectar cualquier implicación adicional.

Si bien no se puede prevenir por completo la artrosis de rodilla, se pueden tomar medidas para reducir el riesgo y retrasar su progresión. Mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente, evitar lesiones, mantener una postura adecuada y llevar un estilo de vida saludable son estrategias que pueden ayudar a minimizar el riesgo de desarrollar artrosis de rodilla o a retrasar su aparición.

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