Equipo de traumatólogos especialistas en cadera en Madrid
En Traumadrid brindamos una atención personalizada integral y de calidad para tratar todas las patologías derivadas de la anatomía de la cadera y lograr una recuperación exitosa.
Una prótesis de cadera es un dispositivo médico diseñado para sustituir la articulación de la cadera cuando esta se encuentra deteriorada debido a enfermedades como la artrosis, la artritis reumatoide, fracturas o lesiones traumáticas. Su finalidad principal es aliviar el dolor, mejorar la movilidad y devolver al paciente la posibilidad de llevar una vida activa y funcional.
La prótesis total de cadera está compuesta por varias piezas. El componente femoral, generalmente metálico, se introduce en el canal del fémur y puede fijarse con o sin cemento óseo. El componente acetabular sustituye la cavidad de la pelvis (acetábulo) y suele estar formado por una cúpula metálica que se fija al hueso y un inserto interno de polietileno, cerámica o metal que permite el deslizamiento suave con la cabeza femoral. Esta cabeza, que reemplaza la parte superior del fémur, puede ser de metal o cerámica y encaja en el acetábulo artificial permitiendo el movimiento articular.
La indicación para una prótesis de cadera suele establecerse cuando el dolor es persistente, limita la actividad diaria del paciente y no responde a tratamientos conservadores como fisioterapia, medicación o infiltraciones. Es habitual que el paciente presente dificultad para caminar, subir escaleras o incluso para descansar debido al dolor.
Una vez confirmado el diagnóstico, un especialista en cirugía de cadera evaluará las opciones terapéuticas y propondrá el tratamiento más adecuado, valorando cuidadosamente los beneficios frente a los posibles riesgos de la intervención.
Cuando la indicación es la adecuada y el proceso quirúrgico y de recuperación se desarrollan con normalidad, lo más frecuente es que el paciente experimente una notable mejoría en su calidad de vida, recuperando autonomía, disminuyendo el dolor y mejorando su capacidad de movimiento.
Existen diferentes tipos de prótesis de cadera que se adaptan a las necesidades específicas de cada paciente, dependiendo del grado de daño en la articulación y otros factores individuales.
Consiste en el reemplazo total de la cadera, es decir, se sustituyen todas las estructuras que conforman la articulación —la cabeza del fémur y el acetábulo— por componentes artificiales que permiten recuperar el movimiento natural de la cadera. Es el tipo de prótesis más utilizado en casos de artrosis avanzada, necrosis o daño articular severo.
La artroplastia parcial de cadera, también llamada hemiartroplastia, sustituye únicamente la cabeza del fémur, manteniéndose intacto el acetábulo. Puede estar indicada en fracturas intracapsulares del cuello femoral, especialmente en pacientes de edad avanzada sin patología degenerativa previa en la articulación.
En ocasiones es necesario sustituir una prótesis de cadera previamente implantada debido a desgaste, aflojamiento, infección o fracturas. Este procedimiento se denomina recambio articular. Para ello se utilizan prótesis de revisión, diseñadas específicamente para compensar la pérdida de hueso o la inestabilidad articular. Estas prótesis cuentan con vástagos más largos y componentes especiales que permiten una fijación más segura al hueso y ofrecen estabilidad en casos donde los tejidos o estructuras óseas están comprometidos.
La duración promedio de una prótesis de cadera es de más de 20-25 años. Cuando hablamos de duración de una prótesis siempre nos vamos a referir a la supervivencia de la misma y normalmente lo vamos a expresar en porcentajes. La probabilidad de que una prótesis implantada dure más de 20 años es de aproximadamente un 95%. En muchos casos puede durar de por vida.
Varios factores pueden influir en la duración de una prótesis de cadera:
1. Nivel de actividad
Los pacientes que realizan actividades físicas de alto impacto, como correr o saltar, pueden desgastar la prótesis más rápido.
2. Peso del paciente
Un peso elevado ejerce mayor presión sobre la prótesis, lo que puede acelerar su desgaste.
3. Calidad del material
Las prótesis fabricadas con materiales más avanzados tienden a ser más duraderas.
4. Estado óseo
La calidad del hueso que rodea la prótesis también afecta su estabilidad y duración, especialmente en el caso de prótesis no cementadas.
5. Cirugía y cuidado postoperatorio
Una cirugía bien realizada y un adecuado programa de rehabilitación y seguimiento son fundamentales para maximizar la vida útil de la prótesis.
Antes de considerar una prótesis de cadera el cirujano se tiene que asegurar de que los tratamientos previos han fracasado y que el paciente es buen candidato a la intervención. Antes de la intervención es preciso realizar una optimización de factores propios del paciente, los más importantes son el control del peso, la regulación de los niveles de azúcar y no fumar.
La cirugía de prótesis de cadera se realiza habitualmente con anestesia raquídea combinada con sedación, lo que permite que el paciente esté cómodo y sin dolor durante la intervención. Antes del procedimiento, se administra antibiótico por vía intravenosa para reducir el riesgo de infección. La piel se desinfecta cuidadosamente con soluciones como clorhexidina o povidona, y la zona quirúrgica se aísla con campos estériles. Para minimizar el sangrado y reducir la necesidad de transfusiones, se emplea ácido tranexámico.
La intervención se realiza a través de una incisión en la parte lateral o anterior de la cadera, de unos 10 a 20 cm, dependiendo del abordaje quirúrgico utilizado. A través de esta incisión, se accede a la articulación de la cadera, se retira la cabeza femoral dañada y se prepara el acetábulo para colocar los componentes protésicos. Estos pasos pueden realizarse con instrumentos convencionales o, en algunos centros, con asistencia robótica o navegación quirúrgica, lo que permite una colocación más precisa de los implantes, mejorando el ajuste y la funcionalidad de la prótesis.
El cierre de la piel se realiza generalmente con grapas o sutura intradérmica, y en muchos casos se coloca un drenaje temporal durante las primeras 24 horas para evitar la acumulación de líquidos en la herida quirúrgica.
La duración de una cirugía de prótesis de cadera suele oscilar entre 1 y 2 horas, en función de factores como el tipo de prótesis utilizada, el abordaje quirúrgico y las características individuales del paciente.
Tras la intervención, el paciente permanece en observación durante unas horas en el área de reanimación o recuperación postanestésica. Posteriormente, se traslada a planta donde inicia el proceso de rehabilitación.
En la mayoría de los casos, se permite al paciente comenzar a caminar desde el primer día, con la ayuda de un andador o dos muletas, bajo supervisión del equipo de fisioterapia. Si no existen complicaciones, la duración del ingreso hospitalario suele ser de unas 48 a 72 horas.
Tras una cirugía de prótesis de cadera, la recuperación supone un fuerte compromiso por parte del paciente, que empezará la rehabilitación el mismo día de la cirugía o al día siguiente. El proceso de recuperación puede extenderse desde los 3 a los 6 meses.
Tras la cirugía, el paciente permanece unos días en el hospital para el control del dolor y el inicio de la fisioterapia. Durante las primeras semanas se trabaja la movilidad de la cadera y la marcha con ayuda de un andador o muletas. La recuperación completa suele lograrse entre 3 y 6 meses, según el estado del paciente y el seguimiento de la rehabilitación.
Fortalecer la musculatura que rodea la cadera es clave para una recuperación exitosa. Ejercicios específicos para glúteos, abductores, aductores y músculos del muslo ayudan a estabilizar la articulación. El trabajo de fuerza comienza pocas semanas después de la cirugía, siempre supervisado por un fisioterapeuta, y debe progresar gradualmente para recuperar la funcionalidad completa de la cadera.
Las actividades aeróbicas de bajo impacto, como caminar, nadar, bicicleta estática, pilates o hacer yoga, son recomendadas durante la recuperación de una prótesis de cadera. Ayudan a mejorar la circulación, reducir la rigidez y aumentar la resistencia sin comprometer la articulación. Se introducen de forma progresiva una vez que la movilidad y la fuerza de la cadera han mejorado.
Generalmente se trata de una cirugía satisfactoria que proporciona al paciente una mejoría sustancial en su calidad de vida. Sin embargo, al tratarse de una cirugía mayor en la que se implanta una prótesis metálica, pueden presentarse complicaciones que el paciente necesita conocer antes de someterse a esta intervención.
Aunque poco frecuente, alrededor del 1% de los pacientes pueden padecer este problema. Puede presentarse tanto en el postoperatorio inicial (infección aguda), hasta años después de la intervención (infección crónica). En las infecciones agudas se realiza un lavado, desbridamiento con recambio del polietileno seguido de antibioterapia. En las crónicas es necesario realizar un recambio en dos tiempos, en una primera intervención se retira la prótesis y se coloca un espaciador de cemento seguido de semanas o meses de antiobioterapia. Posteriormente se retira el espaciador y se implanta una nueva prótesis denominada prótesis de revisión.
Problema poco frecuente en el que uno o varios ligamentos pierden su tensión original y producen inestabilidad, puede requerir un recambio de la prótesis.
Con el tiempo y el uso, los componentes protésicos pueden aflojarse o desgastarse, lo que puede requerir una cirugía de revisión.
Un pequeño porcentaje de los pacientes presentan dolor residual persistente tras la intervención.
Pérdida de la movilidad de la cadera. En casos leves se suele solucionar con fisioterapia. En casos graves suele precisar intervención quirúrgica
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El aflojamiento de una prótesis de cadera se produce cuando la fijación de la prótesis al hueso pierde su estabilidad. Esto puede provocar síntomas como dolor persistente en la cadera o la ingle, inflamación, enrojecimiento e incluso la salida de material purulento por la herida, en caso de que haya una infección asociada.
Para la colocación de una prótesis de cadera, se valora principalmente el tipo y grado de daño articular, aunque también se tiene en cuenta la edad y el nivel de actividad del paciente. Lo más frecuente es que la cirugía se indique en personas mayores de 65 años con desgaste avanzado de la articulación (artrosis), pero también puede ser necesaria en adultos más jóvenes, entre 40 y 60 años, cuando el dolor, la limitación funcional o patologías como la necrosis de cabeza femoral hacen inviable otro tratamiento conservador.
Se recomienda dormir boca arriba con las piernas estiradas, sin nada debajo de la cadera operada. También es posible dormir de lado, siempre colocando una almohada entre las piernas para mantener la cadera en una posición adecuada y evitar movimientos que puedan comprometer la prótesis.
El postoperatorio de una prótesis de cadera puede implicar cierto dolor, pero con las técnicas quirúrgicas modernas, este suele ser mucho más manejable. Los avances en los métodos de intervención permiten una menor agresión a los tejidos circundantes, lo que se traduce en una recuperación más rápida y menos dolorosa en comparación con las técnicas tradicionales. Con estas mejoras, el proceso postoperatorio resulta ser más tolerable, facilitando la rehabilitación y el retorno a las actividades diarias.
Los especialistas en Traumatología y Cirugía Ortopédica recomendamos tomar precauciones después de una cirugía de prótesis de cadera. Es importante seguir una rutina de ejercicios, siempre asegurándose de que no supongan un gran impacto para la cadera. Por ello, los deportes más recomendados para fortalecer la musculatura y mejorar la movilidad son: natación, caminar, bicicleta estática y ejercicios en el gimnasio, especialmente aquellos enfocados en el fortalecimiento de los músculos que rodean la cadera.
Los materiales más utilizados para la fabricación de prótesis de cadera son:
Dependiendo del tamaño de cada prótesis, los implantes de cadera pesan entre 300 y 600 gramos.
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