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La articulación del pie está formada por diversos elementos óseos, entre los que se encuentra el astrágalo, un hueso clave para la biomecánica del pie y el tobillo.
La fractura de astrágalo es una lesión muy compleja que presenta muchas variantes según la localización, desplazamiento y lesiones asociadas.
El astrágalo o astragalus es un hueso corto de la parte distal del pie y tobillo que se encuentra unido al hueso calcáneo y al escafoides. Todos juntos forman la articulación astragalocalcánea y la articulación astragaloescafoidea.
Este hueso es fundamental para la movilidad del tobillo y el pie, así como para realizar desplazamientos, caminar, levantarnos, soportar el peso de nuestro cuerpo y mantener el equilibrio. Las lesiones más comunes en esta parte del cuerpo son las fracturas, esguinces y osteocondritis y suelen ser provocadas por traumatismos de alta energía o la actividad deportiva.
La fractura de astrágalo es una lesión muy poco frecuente, además de compleja. Suele ser secundaria a fuertes traumatismos, accidentes de tráfico o caídas de gran altura. Su tratamiento es muy complejo y en ocasiones deja importantes secuelas en el paciente.
Los síntomas en este tipo de fracturas varían según el nivel de gravedad de la lesión, aunque los más comunes son dolor e inflamación en la zona del tobillo. El paciente también suele presentar dificultad a la hora de cargar peso sobre el pie, siendo incapaz de desplazarse por sí mismo.
Es habitual confundir esta lesión con un esguince de tobillo, ya que los síntomas principales, dolor e inflamación en la zona, son muy parecidos.
La fractura del astrágalo es una lesión muy compleja que suele ir acompañada por otros daños graves en el organismo. Por esta razón, es fundamental realizar un diagnóstico preciso mediante estudios de imagen.
Si la fractura no conlleva desplazamiento de fragmentos osteocondrales, el tratamiento inmediato para aliviar el dolor es la inmovilización de la articulación. También se recomienda mantener el pie elevado por encima de la altura del corazón.
En primer lugar, el médico realiza un examen físico, observando el estado en que se encuentra el tobillo y el nivel de dolor que sufre el paciente. Después, para confirmar que se ha producido una fractura de astrágalo, manda realizar una radiografía. Y por último, una vez confirmado el tipo de lesión, se recomienda realizar un TAC para determinar el tipo de fractura y el grado de desplazamiento y afectación articular.
En la fractura de astrágalo pueden estar implicadas diversas zonas del propio hueso, como la fractura del cuello, cabeza, proceso lateral, proceso posterior, etc.
El 50% de las fracturas de astrágalo se producen en la zona del cuello. La causa más común es el movimiento forzado de dorsiflexión que lleva al cuello del astrágalo a chocar contra la tibia.
En caso de que las fracturas en el cuello del astrágalo sean simples, se recomienda tratamiento conservador y los resultados suelen ser buenos. Si hay fracturas desplazadas del cuello con importantes lesiones en el cartílago articular, es fundamental optar por tratamiento quirúrgico. El objetivo de la cirugía es lograr la reducción, estabilización y recuperación completa de la articulación.
Estas fracturas se clasifican en tipo I, II, III y IV de Hawkins y todas ellas son fracturas verticales en el cuello del astrágalo.
Este tipo de fractura se caracteriza por no estar desplazada y se produce entre las carillas media y posterior de la articulación subastragalina. El índice de osteonecrosis es muy bajo o nulo.
Estas fracturas se asocian a una luxación o subluxación de la articulación subastragalina. En este caso, la articulación tibioastragalina se encuentra intacta, aunque existe una mayor afectación vascular que en el Tipo I.
La fractura tipo III va ligada a diversas luxaciones en las articulaciones subastragalina y tibioastragalina. En muchas ocasiones conlleva serios problemas en los sistemas vasculares mayores.
En este caso, la fractura puede presentarse abierta y con graves daños en las partes blandas subyacentes. Suele ir asociada a una luxación o subluxación en la articulación tibioastragalina, subastragalina y astragaloescafoidea.
La fractura de cuerpo del astrágalo se produce con menor frecuencia que la de cuello del astrágalo. Para diferenciarlas hay que fijarse en la localización de la línea inferior de fractura, que en el caso del cuerpo del astrágalo debe alcanzar la articulación astragalina posterior.
Existen diversos tipos de fractura del cuerpo del astrágalo, entre las que se encuentran las fracturas osteocondrales, por cizallamiento, por proceso lateral o posterior y por estallido.
Las fracturas osteocondrales se localizan principalmente en dos zonas:
En muchos casos este tipo de fracturas pasan desapercibidas en las radiografías, por lo que es conveniente realizar un TAC en caso de sospecha.
Las fracturas por cizallamiento son muy poco frecuentes y se caracterizan por presentar la línea de fractura en la superficie articular de la cúpula astragalina.
Según el trazo de fractura, se pueden distinguir tres tipos:
La fractura del proceso lateral del astrágalo, también conocida como fractura del snowboard, es una lesión muy compleja y difícil de diagnosticar por medio de radiología. Esto se debe a que, en muchas ocasiones, se confunde con un esguince de tobillo. Si esto ocurre, existe el riesgo de que el paciente sufra dolor crónico de tobillo.
Se produce por una fuerte dorsiflexión cuando el pie está en flexión plantar completa o por una dorsiflexión excesiva que lleva a la cabeza del astrágalo a chocar contra el pilón tibial.
Este tipo de fractura también suele pasar desapercibida debido al difícil diagnóstico mediante radiografías convencionales.
El tratamiento seleccionado depende de si la fractura conlleva desplazamiento de fragmentos óseos o no. Muchas veces, cuando no existe desplazamiento, se recomienda seguir un tratamiento conservador mediante inmovilización de la zona y reposo. El resultado suele ser satisfactorio en la mayoría de ocasiones.
En caso de haber desplazamiento, el tipo de cirugía escogida depende de la localización, la complejidad y las lesiones que acompañan a dicha fractura.
La cirugía para recolocar los fragmentos óseos desplazados es muy compleja. Acceder al hueso es difícil y pueden surgir diversas complicaciones durante la operación. Además, la gran densidad y la pobre vascularización del hueso, hacen muy compleja su consolidación.
Después de alinear todos los fragmentos, se utilizan tornillos o placas para mantener unidos todos los fragmentos y favorecer su consolidación en la posición correcta.
Finalmente, si el paciente presenta una fractura abierta o daños neurovasculares graves, el tratamiento quirúrgico debe realizarse de manera inmediata y ser lo más preciso posible.
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