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Artrosis cervical
En Traumadrid somos profesionales altamente cualificados en las técnicas más novedosas y avanzadas para el diagnóstico, tratamiento y recuperación de lesiones y enfermedades relacionadas con la artrosis cervical.
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Para comprender qué es la artrosis cervical, o cervicoartrosis, comenzaremos por hacer un breve repaso a la anatomía de la columna cervical. Esta forma parte de la columna vertebral y comienza en la base del cráneo, está formada por siete vértebras y ocho pares de nervios cervicales. Entre las vértebras se sitúan los discos intervertebrales, los cuales amortiguan y permiten la movilidad de la columna cervical. La superficie de estas uniones entre vértebras está cubierta por cartílago.
Una de las funciones de la columna cervical es proteger la médula espinal, la cual transcurre a través del canal vertebral. Los nervios espinales salen de la columna a través de espacios situados a ambos lados de la misma y bajan hasta los brazos.
Conocemos por artrosis a las enfermedades degenerativas de las articulaciones, lo que coloquialmente conocemos por “desgaste”. La artrosis cervical o cervicoartrosis es la degeneración del cartílago de las articulaciones de la columna cervical y de los disco intervertebrales. Aunque puede aparecer a cualquier edad, es muy frecuente en personas mayores de 50 años y en muchas ocasiones pasa desapercibida porque no produce síntomas. A pesar de ello, suele empeorar con el paso del tiempo.
La degeneración del cartílago progresivamente avanza y termina por afectar a los discos intervertebrales y vértebras, estrechando el espacio entre la médula espinal y los nervios. Estos sufren compresión hasta que se inflaman, lo que puede producir dolor en los brazos.
Las causas de la artrosis en la columna cervical son muy variadas, teniendo en cuenta factores tanto genéticos como ambientales. Comúnmente se relaciona con latigazos cervicales, aunque estudios recientes demuestran que tanto la genética, como la presencia de ciertas hormonas, tienen impacto negativo en las células del cartílago. Además el estrés mecánico y la sobrecarga son otros factores a tener en cuenta a la hora de buscar una causa a la artrosis cervical.
Otro factor de gran importancia es el envejecimiento, ya que a partir de los 50 años los discos intervertebrales se vuelven más esponjosos, disminuyendo el espacio entre vértebras.
Finalmente, podemos encontrar otros factores asociados con la artrosis cervical:
Sin embargo, en algunas ocasiones, la cervicoartrosis puede ser asintomática y se diagnostica como un hallazgo al realizar radiografías de la columna cervical por otro motivo.
El síntoma más frecuente de la cervicoartrosis es el dolor cervical (cervicalgia) que aparece con los movimientos de la cabeza. Además, los pacientes con cervicoartrosis suelen referir rigidez y/o sensación de bloqueos.
Se puede tratar de una cervicalgia aguda, es decir, una aparición rápida y desaparición en unos pocos días,aunque con más frecuencia, se comportará como una cervicalgia crónica. En este caso, el dolor aparece de modo más lento y su duración es mayor, llegando a prolongarse durante semanas o meses. Su intensidad suele ser leve o moderada y se localiza en la parte posterior e inferior del cuello.
La artrosis cervical suele relacionarse con otros trastornos tales como la cefalea, vértigos o acúfenos entre otros:
El diagnóstico de la artrosis se realiza teniendo en cuenta los síntomas que explica el paciente (dolor, limitación del movimiento y rigidez) así como la exploración realizada por el especialista en la que suele destacar dolor y limitación de la movilidad.
Las pruebas complementarias más frecuentemente solicitadas son las radiografías simples de columna cervical en las que se puede apreciar signos típicos de cervicoartrosis. Se puede completar el estudio con la RMN (resonancia magnética nuclear).
El objetivo del tratamiento es mejorar el dolor y mejorar la calidad de vida. Para ello, se dispone de varias alternativas: medidas físicas, fármacos y cirugía.
En casos de artrosis cervical, el tratamiento farmacológico habitualmente consiste en la utilización de analgesia convencional (paracetamol), en caso de no resultar suficiente para aliviar el dolor, se puede recurrir a antiinflamatorios durante la fase aguda de dolor. En pacientes en los que está contraindicada la utilización de antiinflamatorios pueden ser útiles los fármacos analgésicos opioides como el tramadol.
Por otro lado, si se considera que el componente de contractura muscular es importante, se pueden asociar relajantes musculares durante la fase aguda de la cervicalgia. En ocasiones la mejor forma de tratar la artrosis cervical es con ejercicios suaves para la región cervical o mediante la práctica de deportes como la natación, caminar o la bicicleta.
Cuando el dolor es predominantemente en las articulaciones vertebrales posteriores, puede cursar con un cuadro de cervicalgia facetaria, y en esos casos se puede beneficiar de realizar bloqueos facetarios cervicales o bien mediante la aplicación de radiofrecuencia en dichas articulaciones (rizólisis).
En la mayoría de casos de artrosis cervical la operación suele reservarse para cuando el tratamiento farmacológico o de rehabilitación no han logrado una mejora en la cervicoartrosis. En estos casos la cirugía tendrá por objetivo liberar las estructuras neurológicas realizando un recalibraje del canal.
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