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La displasia de cadera es una afección del desarrollo de la articulación de la cadera durante la infancia y la niñez, lo que puede provocar problemas de movimiento y dolor en la edad adulta. En la displasia de cadera, la cabeza del fémur (hueso del muslo) no encaja adecuadamente en la cavidad de la cadera (acetábulo), lo que puede llevar a una subluxación o luxación de la articulación.
Es importante tratar la displasia de cadera porque si no se trata, puede llevar a problemas de salud graves en la edad adulta, como dolor crónico en la cadera, cojera, artritis temprana, disminución de la movilidad y otros problemas músculo-esqueléticos. Por lo tanto, es importante observar los signos y síntomas de la displasia de cadera en los bebés y los niños pequeños y que se sometan a evaluaciones y tratamientos tempranos, si es necesario.
Esta enfermedad puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo la genética, la posición fetal, la falta de líquido amniótico y otros factores desconocidos. Aunque, cabe señalar que las niñas tienen más probabilidades de desarrollar displasia de cadera que los niños.
Algunos de los factores genéticos son:
Hay algunos factores ambientales que pueden contribuir a la displasia de cadera:
Algunos factores de riesgo ambientales son:
Es importante señalar que no todos los pacientes con displasia de cadera experimentan síntomas, ya que pueden variar dependiendo de la gravedad de la afección. En algunos casos, la afección se diagnostica mediante pruebas de detección en bebés y niños pequeños que aún no presentan síntomas. Además, los síntomas pueden desarrollarse en diferentes momentos de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta.
Es importante destacar que el diagnóstico temprano de la displasia de cadera es importante para prevenir complicaciones posteriores, como la osteoartritis de la cadera, que puede causar dolor y discapacidad. Además, el diagnóstico temprano puede permitir un tratamiento más efectivo de la afección.
Durante un examen físico, el médico puede manipular la cadera para evaluar la estabilidad, la flexibilidad y la amplitud de movimiento.
Las radiografías pueden ser utilizadas para diagnosticar la displasia de cadera en pacientes de todas las edades. Las radiografías pueden mostrar la forma de la articulación de la cadera y la posición de la cabeza femoral en la cavidad acetabular.
El ultrasonido se utiliza para evaluar la estabilidad de la articulación de la cadera y la posición de la cabeza femoral en la cavidad acetabular. En bebés menores de seis meses, la ecografía de la cadera es el método preferido para el diagnóstico de la displasia de cadera, ya que es no invasivo y no expone al bebé a radiación.
El tratamiento de la displasia de cadera depende de la edad del paciente y de la gravedad de la afección, pero puede incluir la colocación de dispositivos de corrección, la terapia física o la cirugía en casos más graves.
En algunos casos, la displasia de cadera puede ser leve y no requiere tratamiento. En estos casos, se puede realizar un seguimiento regular para detectar cualquier cambio en la articulación de la cadera y tomar medidas en caso de que sea necesario.
En bebés y niños pequeños con displasia de cadera, se pueden utilizar dispositivos de tracción y arneses de Pavlik para mantener la cabeza femoral en la posición correcta dentro de la cavidad acetabular y permitir que la articulación de la cadera se desarrolle adecuadamente.
La fisioterapia puede ser recomendada para mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad y la amplitud de movimiento de la articulación de la cadera, lo que puede reducir el dolor y mejorar la capacidad funcional del paciente.
En casos más graves de displasia de cadera, la cirugía puede ser necesaria para corregir la posición de la cabeza femoral y mejorar la estabilidad de la articulación de la cadera. Los procedimientos quirúrgicos pueden incluir la osteotomía de cadera, la colocación de un injerto óseo y la colocación de una prótesis de cadera.
La displasia de cadera puede afectar a personas de todas las edades y razas, pero hay ciertos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar esta afección, como los antecedentes familiares, sexo femenino, posición intrauterina, parto dificultoso, entre otros.
La displasia de cadera no siempre se puede prevenir, ya que en algunos casos puede tener una causa genética o estar relacionada con factores ambientales que no se pueden controlar. Sin embargo, para reducir el riesgo de desarrollar esta afección o detectarla temprano, se recomienda realizar exámenes de detección, utilizar dispositivos de seguridad adecuados, mantener un peso saludable y seguir las recomendaciones médicas para el tratamiento y el seguimiento.
La displasia de cadera y la luxación de cadera son dos afecciones diferentes que afectan la articulación de la cadera, pero están relacionadas entre sí. La displasia de cadera es una afección en la que la cabeza del fémur no encaja adecuadamente en la cavidad de la cadera, mientras que la luxación de cadera ocurre cuando la cabeza del fémur se desplaza completamente fuera de la cavidad de la cadera.
Para aliviar los síntomas, se recomienda realizar ejercicios de fortalecimiento, pérdida de peso, medicamentos para el dolor, terapia física y uso de dispositivos de asistencia, como muletas o bastón.
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